Toda empresa que se dedica a la producción y venta de mercancías así como a ofrecer servicios debe invertir fondos en muchos tipos de activos para generar una rentabilidad.
Para que las administraciones financieras sean sólidas además de que el efectivo y los activos estén disponibles cuando se les necesite también es necesario que el efectivo y los activos convertibles en dinero que no se estén utilizando se puedan invertir en activos que produzcan un rendimiento.
Las inversiones están pensadas precisamente para producir ingresos extra. Los problemas de contabilización en las inversiones dan lugar a una clasificación, medición y revelación. En este artículo presentaremos la contabilización de las inversiones temporales y a largo plazo.
Las inversiones temporales por lo general consisten en documentos a corto plazo como por ejemplo certificados de depósito, documentos negociables y bonos de tesorería. También se incluyen los valores negociables de deuda cómo son los bonos del gobierno o de las compañías; valores negociables de capital donde destacan las acciones comunes y preferentes; y por último los documentos que se adquieren con dinero en efectivo y que no se necesitan de inmediato para ninguna operación.
Estas inversiones cómo su propio nombre indica se pueden mantener de forma temporal para convertirlas en cualquier momento en efectivo, son una forma de asegurar que tendremos efectivo para cuando tengamos necesidades financieras.
Las inversiones temporales deben ser principalmente de dos tipos: negociables o realizables rápidamente y destinadas para convertirse en efectivo cuando más se necesite, por ejemplo en el término de un año o al finalizar un ciclo de operaciones.
Cuando hablamos de activos negociables estamos refiriéndonos a que se pueden vender con más facilidad. Si unas acciones son restringidas y no se negocian públicamente es muy posible que no tenga mercado o que éste sea muy limitado, tanto que los valores podrían clasificarse como inversiones a largo plazo. Para convertirlos el efectivo invertido debe considerarse fondo de contingencia, el cual podrá usarse cuando sea necesario o bien se trata de una inversión hecha con el efectivo temporalmente ocioso.
Los valores negociables según la definición actual son aquellos instrumentos que representen acciones de propiedad o los derechos de adquirir valores de una empresa a precios fijos o determinables. El término negociables significa acciones de especulación con un amplio mercado. Las acciones restringidas o de mercado débil no se califican y las acciones preferentes, bonos convertibles y acciones de tesorería se excluyen también de la definición de valores negociables o de especulación.
Los valores negociables de renta variable se registran al costo cuando se adquieren, al igual que las inversiones en otros activos. El precio del mercado varía mientras ocurren las transacciones en las que participa el valor.
Por otro lado tenemos las inversiones temporales en valores negociables de renta fija, los cuales se contabilizan al costo. Sí son bonos comprados en fechas intermedias entre las de pago de los intereses se restaría el interés acumulado hasta el la fecha de compra.
Las inversiones a largo plazo pueden ser en valores de compañías como bonos de distinto tipo, acciones comunes y acciones preferentes. En la clasificación de inversiones a largo plazo tenemos los fondos para retiro de bonos, rescate de acciones, inversiones en documentos por cobrar, otros instrumentos de deuda, hipotecas, anticipos a afiliados, valor de rescate en efectivo de pólizas de seguros, intereses en bienes raíces e inversiones en participación y sociedades por acciones, entre otros.
El objetivo de las inversiones a largo plazo es aumentar la propia utilidad de los valores, ya sea directamente mediante el recibo de dividendos o intereses de la inversión o por alza en el valor del mercado de valores.
También se pueden asegurar las operaciones entre empresas para mejorar el rendimiento de la inversión.
Las inversiones a largo plazo en acciones se pueden comprar en el mercado a un accionista de la compañía, a la propia compañía que las emite o incluso a un corredor de la Bolsa. Cuando se compran las acciones se paga en efectivo el coste que incluye el precio de compra más las comisiones y honorarios relacionados a la compra.
El contrario de compra se registra a una cuenta de activo por los valores que se van a recibir y un abono a una cuenta de pasivo por la cantidad que hay que pagar. Los intereses sobre obligaciones se reconocen como gasto.